En mitad de los días de un tiempo cualquiera y en medio de la nada, en alguna ocasión nos hemos visto presa del infortunio y habernos caído en la más pasmosa de las soledades de nuestra vida. La depreciación pasa por ser el hándicap para comprar todas las papeletas y que nos toque también a nosotros el premio y tengamos que cabalgar solos por en medio de tales acontecimientos ante el hecho de estar solo; completamente solo. No es por el hecho en sí de estar solo, es por todo lo que conlleva vivir unitariamente sin más tareas que las cotidianas y algún que otro cometido diario del hogar.
Salvaguardar la compostura taciturna y hacer mella de todo lo que pretendemos es lo máximo alcanzable en las tareas de un solitario, así como dedicarse un tanto a adquirir lo necesario. Pero fuera de lo básico, esta lo que se llama argumentos para equiparar la dolencia de la soledad y no son otros que mantener a raya la autoestima y que no decaiga el ánimo en demasía.
La soledad es vocacional y pusilánime de todo cuanto nos sucede y nos rodea. Está claro que hoy día todo parece posible en alguna de las maneras y formas en las que conocemos, de algún modo el entresijo para no estar solo. Hay muchas clases y formas de soledad: está la intrínseca por ley de vida y las otras que dependen de cada uno de nosotros. Aferrarse a lo que no tiene solución no tiene ningún sentido, pero armarse de valor para ser uno mismo y decirse en voz baja soy el fruto de mis pensamientos, por lo tanto, he de anteponerlos a mi otro yo, en mitad de la calma, se ve reflejado el auto-control para gestionar los argumentos de la mente.
Otra forma de soledad es la que se sufre en consonancia con la persona, la persona está sola inmensamente sola pero hay todo un mundo de seres a su alrededor, pero es incapaz de ser visto por todo ese maremágnum de boyantes y escrupulosos seres a su alrededor que no dan mensaje alguno ni señal que se precie. Otra forma de soledad es la que se suscita para versar la lírica, la prosa y la poesía y que de alguna manera busca poner acentos a las palabras. Pero la soledad por obligación nos hace agarrarnos a lo verdaderamente lícito y nos ata de pies y manos para que no tengamos mucha movilidad y disponibilidad en nuestros argumentos cotidianos. Los pensamientos te agarran como lapas al sentimiento que uno tiene sobre sí mismo, la necesidad manda y uno se ve abocado a esta situación es el pensamiento el que dicta nuestros actos y por tanto nuestro pensamiento, que puede maniobrar de un modo u otro sobre nuestros actos o hechos más consumados.
Liberar el pensamiento que nos produce marginación es el primer paso para poder identificarnos como algo sólido y con perspectivas más prosperas. La soledad es promiscua, es decir mezclado confusamente, no sabemos vivir solos, es más necesitamos que alguien acobije nuestro ser en sus entrañas para sentirnos arropado por alguien, bien pude ser un familiar, pariente u otra persona y nos haga sentir que no somos huérfanos de lo promiscuo y la claridad vuelva a nuestra mente. Ser promiscuo también puede interpretarse como de doble sentido. Al parecer la depresión suele anidar en las personas más solitarias que en las demás.
El objetivo de la persona solitaria no es otro que el tener la satisfacción de gozar de una buena compañía, los días son más felices si tenemos contertulio que si no lo tenemos, tener pareja para compartir los momentos de nuestra vida hace que todo pueda resultar armonioso e interesante, aunque a veces la ruptura de las parejas deja a vistas claras la huella de la separación o divorcio y las personas sufren tras la separación.
Para tener un alto grado de autoestima es de vital importancia de contar con un gran espíritu de superación y poder identificar todo lo indeseable que entra en nosotros y nuestra mente, lo clasificamos como algo toxico pero sin darle argumentos para que se asiente en nuestra cabeza a través de lo que pensamos y poder controlar con métodos como el pensamiento positivo y las aspiraciones para poder mover los hilos a interés nuestro.
El que sufre de soledad, el trascurso de los días le parece un horror, le pesa como una losa, hay que llenar los días y no encuentra salida alguna ni con que llenarlos; el tiempo le parece una eternidad, se hace eco de que su vida necesita algo que ajustar. Sus aspiraciones se ven reducidas a un conformismo de pequeña escala.
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