¿Qué te llevó tan lejos de Mí?
Soy tu hijo, el más silencioso, el más observador
¡Deja ya de hacerte daño!
No sufras más libérate de las ataduras,
Desvístete de tus largas vestiduras
Arroja al viento tus largas melenas negras,
No suspires el aliento, mantente firme y clara.
Dame a mí el peso de tu clarividencia.
Mándame besos escritos en la vegetación de tus sueños
Yo amaré como nadie lo ha hecho en este mundo
Pues tú así lo quieres y ese es tu deseo.
Puedes bajar a la tierra
La nueva semilla ya ha germinado, todo volverá a ser como antes, el nuevo reino está brotando.
Yo, tu mensajero del amor, estoy reivindicando la capacitación para que los espíritus oprimidos se liberen de su coraza y lleguen a fusionarse a las personas que habitan en la actualidad y que nunca han conocido el tempero de sus cuerpos, y, frágiles como la flor que se desvanece y, mustia cuando le pasa el tiempo de vida, así han de ser los cuerpos para que aprendan el nuevo lenguaje de la vida, y no se queden ensimismados en una apariencia frágil y voluble. Han de ser con un fuerte arraigo dirigido a ti, madre, tan lejos y tan cerca como estamos y qué poco nos conocemos.
Abrazo tus enseñanzas como el agua fresca en verano,
Hermosa tierra y buena la que me diste a mí para trabajarla y que estoy contento y todavía mis gotas de sudor acarician tu regazo. Madre, es tan grande lo que siento por ti que seguramente ninguna mujer pudiese igualarte.
Gracias madre todavía siento el latido de tu corazón en el mío propio y me insufla sangre suficiente para no desfallecer y seguir firme en mi cometido, que no es otro que sentir amor y cariño hacia los demás como tú me enseñaste.

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