domingo, 10 de enero de 2021

Minne, La Princesa Cátara

En un apetecible pueblo de Alicante, paseando por sus calles llenas de puestecillos ambulantes, tuvo lugar la implantación del mercadillo medieval tradicional de todos los años.  Un puestecillo en concreto atrae mi atención, como atraído por un imán no sé muy bien ni cómo, ni por qué, pues solamente exponía música y libros. A medida que el tiempo transcurría me iba sintiendo mejor y con un talante más relajado y más entusiasmado a raíz de lo que allí estaba contemplando.

No sabía si irme o quedarme, cuando dos conocidas se dirigen a mí y me refrescan el pasado con sus dicharacheras palabras, entonces entablamos una conversación amena mientras la mujer que estaba al frente del  puestecillo  se aleja un poco, y nos deja unos minutos de charla, pero yo ya había intuido que iba a tener un momento de intercambio de fluidos con ella. Después de que las conocidas se marcharan entro de lleno en materia y le pregunto por lo que ofrecía en su puestecillo, aunque yo ya había observado que se trataba de libros y de música, pero lo mejor no fue eso, lo mejor de todo fue cuando descubro en su voz y en su manera de dirigirse a mí que se trataba de una princesa.

Cuando ya teníamos sustancialmente hablando unos cuantos minutos habíamos enriquecido a nuestros seres pues el diálogo era cordial y afectuoso y ella me contaba cosas realmente bellas, así pues solo un tonto no se daría cuenta que se trataba de un princesa. La purificación de todo cuanto decía sonaba a pureza y a un presente lleno de dicha, sabiduría y certeza en todo lo que ella me contaba. Yo no quería que nuestra conversación se terminara pues había encontrado a una persona con una magia excepcional y era como si yo me estuviera reencontrando a mí mismo y uno de mis seres apagados en mi interior hubiera salido de estampida de dentro de mí, ni que dar gracias podía yo ante semejante encuentro.

Me había dado la oportunidad de escribir unas palabras para que perdurara este encuentro en el tiempo. Era una criatura como no había conocido otra igual, era de esas personas que te de dejan una huella imborrable. Lo que divulgaba no era otra cosa ni más ni menos que la civilización del amor esa civilización que nos precedió y donde la tierra emanaba amor a través de sus frutos, pero esa civilización como todas debía de enfrentarse a su oponente aquello que ha acompañado a la humanidad a través de los siglos y no es otra que el indeseable jinete del mal, el maligno. Solo el conocimiento y la sabiduría son capaces de derrotar a tan gran enemigo. Cuando el mundo recobre la dirección que ha de tomar y las princesas afloren como flores en primavera seguro que todo nos irá mejor.

👋

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